MARIANO MOLINA

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EXPOSICIONES

Acto Reflejo - muestra individual - Galeria Quimera - 2013

Acto reflejo
Diana B. Weschler

La pintura es, en primer lugar, una afirmación de lo visible que nos rodea y está continuamente apareciendo y desapareciendo, afirma John Berger.

En busca de una teoría de lo visible, John Berger afirma la necesidad de la pintura como un impulso destinado a garantizar la presencia de gentes, cosas, situaciones. En el terreno de la praxis, como un acto reflejo, Mariano Molina cultiva cuidadosamente este recurso y con él retiene no sólo presencias sino la misma práctica de pintar, reivindicándola desde sus recursos de representación más tradicionales, para ponerlos a prueba con las posibilidades contemporáneas, tanto en términos de materiales como de visibilidad.

Entre sus frisos, uno aparece como posible llave de lectura. En una trama continua de fragmentos rítmicos, verticales, sucesivos, una secuencia de gestos permite intuir una pequeña historia. Semejanzas y proximidades de rostros en grisalla, algo dicho al oído (o quizás un beso), exponen cierta complicidad: un secreto que se transmite, una tradición que se retoma. Como alegoría de la pintura, este friso ? al que se suman otros de la misma serie- establece una conexión entre tiempos: los de la representación naturalista, los de la abstracción geométrica, los de una configuración cinética de la superficie. Sucesión y simultaneidad, dos términos que definen algunos aspectos del trabajo de Molina que parecería estar buscando doblegar la (im)posibilidad del tiempo en la pintura.

Accidente controlado, es otra de las nociones que aparece como recurso explicativo ante sus imágenes. Action painting, y piezas de la serie Tiro al blanco hacen emerger aquel concepto acuñado por Siqueiros en el Experimental workshop, que se convertirá en uno de los sustratos del expresionismo abstracto. Como citas de ese pasado de la pintura, estas obras presentan en un mismo plano la representación y su dilución, la figura y la mancha en lucha. Un complejo y cuidado sistema de enmascaramientos, proyecciones, pistolas neumáticas de pintura, pinceles y formatos en serie, completan la descripción de los recursos que Molina pone en juego para sostener este ya antiguo ritual que es la pintura, destinado a cultivar la posibilidad de construir presencias, de afirmar obstinadamente la condición física de lo existente y con ella, su fugacidad.