MARIANO MOLINA

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TEXTOS

Cromo somos

Eduardo Villar



La percepción. Esa es la principal preocupación artística de Mariano Molina (Buenos Aires, 1970), y ése es el tema que con el que nos enfrenta en las pinturas de su muestra, Cromo somos, que puede verse estos días en Quimera. El título parece preguntarse por la identidad, por el azar y la necesidad. Y también por lo que está determinado por lo genético y lo que no. ¿En qué medida lo está la forma en que percibimos el mundo?

Molina parte de fotografías de gente que toma en la calle, individuos o grupos de personas en diferentes actitudes. Compone luego sus pinturas con esas figuras trasferidas a la tela y formas de colores que en parte las velan -o, al menos, alteran- la forma en que las vemos. Un hombre que arroja hacia la cámara -hacia el plano de la tela- algo que puede ser una piedra, una molotov o una bomba de pintura que terminará velando parte de su silueta o, en realidad, revelándola, haciendo un hueco en la pintura o en el rompecabezas que la cubre; personas juntas pero solas que parecen estar esperando que el semáforo les dé la señal para cruzar, detrás de una trama rítmica de rectángulos verticales; una ronda salpicada de círculos y esferas de colores; encuentros imposibles de los diferentes planos y profundidades en la superficie que ¿separa? la pintura de la realidad...

Ocultar-desocultar, velar-revelar, mostrar-esconder. Ese es el juego que juega la pintura de Mariano Molina.