MARIANO MOLINA

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TEXTOS

Lineas de flotacion

Líneas de flotación por Laura Casanovas  

 texto de la muestra Lineas de flotacion en galeria Quimera octubre 2019



Es admirable la inventiva de las soluciones, la potencia imaginativa de la visión (...) “Arte y percepción visual”, Rudolf Arnheim

La reciente producción de Mariano Molina transita por un nuevo giro protagonizado por la línea. Más específicamente, por una línea que parece flotar en el espacio. Esta percepción inicial descubre un mundo donde el fragmento y la totalidad, la abstracción y la figuración, la realidad y la ilusión –elementos transversales a su trabajo– se mixturan a partir de la singularidad del trazo propuesto. A la distancia, las formas parecen desprenderse del soporte, sea muro o lienzo, para salir a nuestro encuentro. Nos acercamos con cierta cautela al no poder medir con exactitud la longitud que nos separa y, en ese trayecto, empezamos a vislumbrar sombras. En un momento develamos el artificio logrado de la mano del acrílico. A partir de entonces, la mirada se acercará y alejará varias veces persiguiendo un enfoque estabilizador. Las formas fragmentarias delineadas no siempre permiten al ojo reconstruir una representación familiar y, en ocasiones, en el mismo momento de aprehenderla comienza a escapar. Ingresamos en un juego de contornos de posibles seres y objetos, tal vez ocultos en un fondo desconocido.

Intentamos encastrar las partes o reponer las piezas faltantes hasta advertir dos grupos de obras: aquellas con una línea sintética que delimita configuraciones más abstractas y otras cuyos trazos perfilan planos de color al servicio de una imagen reconocible. En este último caso, descubrimos escenas urbanas con arquitecturas y figuras humanas solitarias y en multitud, que constituyen tópicos característicos del repertorio iconográfico del artista.

El color –elemento central de varias de sus series pretéritas– se polariza ahora entre el blanco y el negro, lo cual refuerza la idea de dibujo, en tanto aporta valor como plano de fondo uniforme blanco, gris o rojo. Cada composición plantea un final abierto, una historia a revelar en su totalidad quizá cuando la marea baje. Aquello que flota constituye, así, un vestigio reversible de un pasado o de un presente activos para imaginar nuevas representaciones comprometidas con la construcción de lo simbólico y, por lo tanto, con mundos aún por descubrir.